Amado Padre Celestial, fuente infinita de amor y sanidad, me presento ante Ti en este momento de aflicción, cargado del peso del dolor que me aqueja.
Con humildad y fe, elevo mi corazón hacia Ti, suplicando tu intervención divina en mi vida.
Reconociendo Tu poder ilimitado para sanar y transformar, te pido que envíes Tu Santo Espíritu para que penetre en lo más profundo de mi ser y alivie cada fibra de mi cuerpo.
Que la luz de Tu amor divino disipe las sombras del dolor y me inunde con una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Señor, en Ti confío plenamente.
Te pido con todo mi corazón que pongas tu mano sanadora sobre mí.
Alivia el dolor físico que estoy experimentando y lléname de tu paz y consuelo.
Confío en tu inmenso poder y en tu bondad, sabiendo que Tú eres el médico divino que puede traerme alivio y descanso.
Dame la fortaleza para soportar este momento, Señor, y la paciencia necesaria para mantener mi fe firme, aun en medio de la incomodidad.
Te ruego que renueves mis fuerzas y que me brindes tranquilidad en cuerpo y espíritu mientras atravieso este desafío.
Te entrego mi dolor y mis preocupaciones, confiando en que Tú siempre estás a mi lado, guiándome hacia la sanación y el bienestar.
Sé que Tú eres el gran médico y que en Tus manos está mi sanación.
Como dice el Salmo 46:1: ‘Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones’, encuentro consuelo en Tu promesa de estar siempre presente.
Te ofrezco este dolor como un pequeño sacrificio de amor, uniéndolo al sufrimiento de Tu Hijo Jesucristo.
Que a través de este sufrimiento, pueda crecer en santidad y acercarme más a Ti.
Padre amoroso, te agradezco por Tu infinita bondad y por Tu promesa de sanar todas mis heridas.
Concédeme la paciencia y la fortaleza necesarias para soportar este tiempo de prueba, sabiendo que Tú tienes un propósito en todo.
Que Tu voluntad se haga en mi vida.
Gracias, Dios, por escuchar mi oración y por tu infinita compasión. Amén.
Enviado por: Dulce María. (México).
