¿Qué pasó el Miércoles Santo? Esta verdad cambiará tu forma de ver la Semana Santa.
La traición ya estaba decidida… pero Jesús aún eligió amarnos.
Esto fue lo que pasó el Miércoles Santo.
Lo que ocurrió el Miércoles Santo marcó el destino de la humanidad.
La traición de Judas, el silencio de Jesús y su decisión de amarnos hasta el final.
Descubre esta verdad, reflexiona y haz esta oración para acercarte a Dios en esta Semana Santa.
La traición ya estaba decidida… pero Jesús aún eligió amarnos.
Padre amado, en este Miércoles Santo me acerco a Ti con el corazón humilde y la mente despierta.
Hoy quiero entender el peso de lo que ocurrió hace siglos, cuando uno de los más cercanos a tu Hijo lo vendió por unas monedas.
Me estremezco al pensar en ese acto de traición, pero también me asombra la fidelidad de Jesús, que sabiendo todo, no se detuvo. No huyó. No cambió su camino.
Señor, gracias por el amor de tu Hijo, que no necesitaba morir, pero decidió hacerlo. Gracias porque Jesús no evitó el dolor, ni se escondió de la cruz.
Él la abrazó por mí, por todos, por amor eterno.
Hoy, en este día tan cargado de simbolismo, quiero orar desde lo más profundo de mi alma. No quiero que esta Semana Santa pase como una fecha más.
Quiero que este momento sea un despertar para mi fe.
Te pido, Dios mío, que me reveles si en mi vida hay actitudes como las de Judas.
Si en mi corazón hay lugares oscuros que han pactado con el egoísmo, el orgullo, la mentira o el miedo.
Ayúdame a no entregarte con mis actos, a no negarte con mis palabras, a no alejarme de Ti cuando más me necesitas.
Jesús, tú sabías que Judas te traicionaría, y aun así le lavaste los pies, le diste pan, le miraste con amor.
Enséñame ese nivel de perdón.
Enséñame a amar incluso a quien me lastima, a no dejar que la amargura tome el control de mi alma.
Hoy quiero vivir este Miércoles Santo desde tu mirada, desde tu silencio, desde tu paz.
Espíritu Santo, entra en mí. Ilumina cada rincón oculto de mi ser.
Hazme valiente para reconocer mis faltas y humilde para pedir perdón.
Quiero caminar hacia la cruz contigo, Jesús, no como un espectador, sino como alguien que necesita ser redimido.
No quiero ser indiferente a tu sacrificio.
Quiero entregarte mi vida entera.
Padre, gracias por no detener el plan, gracias por amarme con locura, con fuego, con eternidad.
Gracias porque, aun cuando fui infiel, tú permaneciste fiel. Y aunque el mundo me traicione, tú jamás me abandonarás.
Tómame hoy, Señor, y úsame como instrumento de tu voluntad.
Que cada palabra que diga y cada decisión que tome te glorifique.
Enséñame a ser luz en medio de tanta oscuridad, a vivir con integridad, y a reflejar tu amor incluso en los momentos más difíciles.
Quiero ser fiel, aunque otros no lo sean, y seguirte sin condiciones.
Derrama tu paz sobre mi vida, sobre mi familia, sobre aquellos que hoy están luchando en silencio.
Visita los corazones que han sido traicionados, los que lloran, los que dudan, los que han perdido la esperanza.
Que tu presencia llene cada espacio donde haya vacío, cada alma rota que clama en secreto por ayuda.
Y mientras cae la noche de este Miércoles Santo, que tu voz sea la última que escuche antes de dormir.
Que me recuerde que no estoy solo, que soy amado, que tengo propósito.
Gracias, Jesús, por no renunciar a mí.
Gracias por quedarte, aun sabiendo lo que vendría. Amén.
Enviado por: Dulce María (México).
¿Qué pasó el Miércoles Santo? Esta verdad cambiará tu forma de ver la Semana Santa.