Los imposibles se hacen posibles en tus manos #Dios
Oh Dios, nuestro refugio en tiempos de angustia, hoy elevamos nuestras palabras a Ti, el Creador del universo y autor de nuestras vidas.
Tú, que con solo hablar formas las estrellas y ordenas los cielos, también guías cada uno de nuestros pasos con amor y sabiduría infinita.
Grande es tu fidelidad, Señor, y tu misericordia no tiene fin; cada amanecer es una prueba viva de tu amor renovado hacia nosotros.
Tú, Señor, eres quien sostiene nuestra fe cuando las tormentas de la vida arrecian.
Nos recuerdas que no estamos solos, que bajo tus alas encontramos refugio y que ninguna batalla es demasiado grande cuando Tú peleas por nosotros.
Nos enseñas que los imposibles se hacen posibles en tus manos, porque para Ti no hay límites ni barreras que no puedas superar.
Oh Padre eterno, Tú eres la roca firme en la que nos apoyamos, el faro que ilumina nuestros caminos oscuros y la fuente de toda esperanza en medio de la incertidumbre.
Nos invitas a confiar en tus tiempos perfectos, recordándonos que aunque no entendamos tu propósito, tus planes siempre son para nuestro bien.
Nos llamas a caminar por fe y no por vista, a creer que todo lo que ocurre está bajo tu control soberano.
Señor, eres nuestro proveedor y sustentador, quien nunca deja que falte el pan en nuestra mesa ni la paz en nuestro corazón.
Nos llenas con tu amor incondicional y nos enseñas que incluso en nuestras debilidades, tu poder se perfecciona.
Gracias porque en los momentos de prueba nos fortaleces, y en las victorias nos recuerdas que todo viene de Ti.
Oh Dios todopoderoso, nos muestras que las montañas más altas no son un obstáculo, sino una oportunidad para ver tu grandeza en acción.
Nos animas a no rendirnos, a seguir adelante, porque contigo somos más que vencedores.
Nos llamas a dejar nuestras preocupaciones a tus pies, a descansar en tu promesa de que nunca nos dejarás ni nos abandonarás.
Tú, Señor, eres el que hace nuevas todas las cosas, quien transforma el dolor en gozo y las cenizas en belleza.
Nos enseñas que las lágrimas no son el final, porque con ellas riegas los campos de nuestras bendiciones futuras.
Nos inspiras a mantenernos firmes, a confiar en que todo tiene un propósito y que tus pensamientos son más altos que los nuestros.
Dios de amor, gracias porque nos has dado un espíritu de poder, amor y dominio propio, y no uno de temor.
Nos recuerdas que el miedo no tiene lugar cuando Tú estás con nosotros, y que cada día nos das la gracia necesaria para enfrentar cualquier desafío.
Nos inspiras a vivir con gratitud, reconociendo que todo don perfecto proviene de Ti, el Padre de las luces.
Oh Señor, Tú eres el alfarero y nosotros somos el barro; moldéanos según tu voluntad.
Enséñanos a confiar en el proceso, a entender que cada temporada de nuestra vida tiene un propósito divino.
Nos llamas a ser luz en medio de la oscuridad, a reflejar tu amor y tu bondad a los que nos rodean.
Eres el Dios que abre caminos donde no los hay, quien convierte desiertos en manantiales y quien nos muestra que ninguna puerta cerrada es el final, porque Tú tienes la llave de todas las cosas.
Nos invitas a clamar a Ti en todo momento, sabiendo que siempre escuchas nuestras oraciones y que ninguna lágrima pasa desapercibida ante tus ojos.
Oh Padre celestial, eres nuestra fortaleza en tiempos de debilidad, nuestro consuelo en momentos de tristeza y nuestra esperanza en medio de la adversidad.
Nos animas a mirar hacia el cielo, a recordar que nuestra ciudadanía está en los cielos y que nuestras luchas aquí no se comparan con la gloria que has preparado para nosotros.
Señor, gracias por tus promesas que nunca fallan, por tu amor que no se agota y por tu paz que sobrepasa todo entendimiento.
Nos enseñas a descansar en tus brazos, a dejar nuestras cargas a tus pies y a confiar en que Tú siempre tienes la última palabra.
Dios, eres quien transforma nuestros corazones, quien nos da fuerzas para perdonar, quien nos guía por senderos de justicia y quien llena nuestras vidas de propósito.
Nos inspiras a vivir con valentía, a caminar con fe y a recordar que contigo todo es posible.
Oh Señor, gracias porque nunca dejas de trabajar en nosotros, porque siempre estás obrando, incluso cuando no lo vemos.
Nos invitas a esperar en Ti, a confiar en que lo mejor está por venir y a vivir cada día con la certeza de que estamos en tus manos.
Padre amado, Tú eres el principio y el fin, el alfa y la omega, el Dios que era, que es y que siempre será.
Por eso hoy declaramos que nuestra confianza está en Ti, que nuestra esperanza está en tu palabra y que nuestras vidas están dedicadas a tu gloria.
Gracias, Señor, porque en Ti encontramos todo lo que necesitamos y mucho más. Amén.
Enviado por: Dulce María (México).
Los imposibles se hacen posibles en tus manos #Dios