¡No salgas de casa sin rezar esto! Dios te PROTEGE día y noche Salmo 121.
Amado Dios eterno y fiel, protector de los que en Ti confían, hoy me presento ante Ti con el corazón abierto, con la fe encendida y con la esperanza puesta en cada palabra que nos dejaste a través del Salmo 121.
Señor, tú que eres el guardián que no duerme, que no se fatiga y que no abandona, hoy levanto mis ojos a los montes, sabiendo que mi socorro viene solo de Ti, creador del cielo y de la tierra.
Tú eres mi refugio en medio de la tormenta, el brazo fuerte que me sostiene cuando todo a mi alrededor se tambalea.
Tú eres la luz que guía mis pasos cuando la oscuridad me quiere rodear.
Gracias por estar presente en mi vida incluso cuando yo me siento lejos, incluso cuando mi alma está cansada y mi corazón herido.
Gracias porque nunca apartas tu mirada de mí, porque no hay momento del día o de la noche en que tu amor deje de abrazarme.
Señor, el Salmo 121 me recuerda que no estoy solo, que en los días de aflicción tú estás conmigo, que en las noches de llanto tú secas mis lágrimas.
Tú me cuidas con ternura, como un padre cuida a su hijo.
Tú eres la sombra a mi mano derecha, el que no permite que el sol me dañe de día ni la luna de noche.
Tu vigilancia es constante, tu amor es firme y tu fidelidad es eterna.
Padre bueno, hoy deposito en tus manos todo temor, toda angustia, toda carga que he llevado sobre mis hombros.
Tú conoces mis luchas y mis batallas, conoces mis debilidades y mis miedos, pero también conoces mi deseo profundo de confiar más en Ti.
Ayúdame a vivir bajo la certeza de que tú estás velando por mí, por mi familia, por mi hogar, por mi mente y por mi corazón.
Te pido, Dios misericordioso, que tu protección se extienda sobre mi camino.
Que cada paso que dé esté cubierto por tu gracia.
Que mis decisiones sean guiadas por tu sabiduría.
Que tu Espíritu Santo me acompañe y me fortalezca.
No permitas que el enemigo tenga poder sobre mí ni que el mal se acerque a mi morada.
Sé tú mi escudo, mi guardián, mi defensor en todo momento.
Señor, también elevo esta oración por mis seres queridos.
Protégelos con tu manto divino, cuídalos cuando estén lejos de casa, acompáñalos cuando se sientan débiles, sostenlos cuando estén por caer.
Que en cada momento recuerden que tienen un Dios que no duerme, un Dios que no descansa, un Dios que cuida de ellos sin cesar.
Gracias, Señor, por tu fidelidad constante.
Porque aunque yo tropiece, tú no me dejas caer.
Porque aunque venga la tormenta, tú eres mi roca firme.
Porque aunque el camino se vea oscuro, tú eres mi lámpara encendida.
Hoy, con el corazón lleno de gratitud, proclamo que mi socorro viene de Ti, y que en Ti tengo todo lo que necesito.
Espíritu Santo, ayúdame a interiorizar cada verso del Salmo 121.
Que no solo lo repita con mis labios, sino que lo viva con todo mi ser.
Que cada palabra sea un recordatorio de tu presencia, una afirmación de tu poder, una promesa viva que me sostiene.
Que cuando sienta que ya no puedo más, recuerde que tú no te cansas, que tú no me sueltas, que tú no me olvidas.
Dios eterno, sé tú mi guardián día tras día.
Cuando salga de casa, cuando regrese, cuando me duerma, cuando despierte. Cubre cada rincón de mi vida con tu protección.
Hazme sentir seguro bajo tu sombra, confiado en tu poder, en paz por tu cuidado.
Que ninguna circunstancia logre robarme la fe, ni el dolor me arrebate la esperanza, ni el miedo me aparte de tu amor.
Hoy me aferro a la promesa de este salmo.
Creo con todo mi corazón que tú me guardarás de todo mal.
Que cuidarás mi alma, que protegerás mi entrada y mi salida desde ahora y para siempre.
Gracias por ser ese Dios que no me abandona, que no me deja a mitad del camino, que no se cansa de mí.
Gracias por ser mi pastor, mi luz, mi fuerza.
Virgen María, madre amorosa y fiel intercesora, te ruego que pongas esta oración en el corazón de tu Hijo.
Ruega por nosotros, madre de los que sufren, consuela a los corazones angustiados, protege a los que están en peligro, y acompaña a los que se sienten solos.
Que tu presencia maternal sea también mi consuelo y mi guía.
Santa Madre, ayúdame a confiar como tú confiaste, a obedecer como tú obedeciste, a amar como tú amaste.
Enséñame a permanecer firme en la fe, a pesar de las pruebas, y a mirar siempre hacia Dios con ojos de esperanza.
Intercede por mi familia, por mi hogar, por mis decisiones, por mi salud y por mi paz.
Gracias, Virgen de la esperanza, porque tú también velas por mí. Porque me tomas de la mano y me acercas al corazón de tu Hijo.
Porque cada vez que siento miedo, tú me cobijas con tu manto.
Que nunca me falte tu consuelo, tu ternura ni tu compañía.
En el nombre de Jesús, bajo la mirada amorosa del Padre y la guía del Espíritu Santo, cierro esta oración con la fe puesta en que tú, mi Dios, me guardarás de todo mal.
Y que tú, mi Madre del cielo, caminarás conmigo en cada paso. Amén.
Enviado por: Dulce María (México).
¡No salgas de casa sin rezar esto! Dios te PROTEGE día y noche Salmo 121.