No te duermas sin antes hacer esta poderosa Oracion de la Noche.
El día ha terminado, pero tu mente se niega a apagarse.
Te acuestas en la cama y, en el silencio de la noche, comienza la función.
La película de tus preocupaciones, de los errores que cometiste, de las palabras que no debiste decir, de la ansiedad por lo que traerá el mañana.
Todo en repetición, una y otra vez, robándote la paz y el descanso.
Pero, ¿y si te dijera que este momento, justo antes de dormir, es el más sagrado y poderoso de todo tu día? No para preocuparte, sino para entregarte.
Esta oración no es una rutina religiosa; es un ritual de entrega sagrada.
Es tu conversación final y más íntima con tu Padre celestial, donde le entregas las cargas que ya no puedes ni debes soportar más.
Es el momento de poner tu alma, tu mente y tu cuerpo bajo Su custodia divina mientras duermes.
Así que ahora, en el silencio de tu habitación, te invito a hacer esto conmigo.
Cierra los ojos. Respira hondo. Y prepárate para entregar todo lo que te pesa.
Con un corazón humilde y confiado, reza conmigo:
«Padre Celestial, mi refugio y mi paz.
Vengo ante Ti al final de este día, y te lo entrego todo. Te entrego mis aciertos y mis errores, mis alegrías y mis tristezas.
Sobre todo, Padre, te entrego esta preocupación que da vueltas en mi mente (menciónala en tu corazón).
Te la doy a Ti, porque es demasiado pesada para mí.
Gracias por el aliento de vida, por el alimento en mi mesa y por Tu protección durante este día.
Perdóname, te ruego, por mis faltas, por mi falta de paciencia, por cada palabra o pensamiento que no te honró.
Y yo, desde lo más profundo de mi corazón, perdono a quienes me han ofendido hoy, para poder dormir con un alma libre de rencor.
Ahora, Padre, te pido que envíes a Tus ángeles a custodiar este lugar.
Que Tu luz divina sea un escudo impenetrable a mi alrededor, protegiéndome de toda pesadilla, de todo temor y de toda presencia maligna.
Permíteme descansar profundamente en Ti.
Que mientras mi cuerpo duerme, mi espíritu se renueve, mi mente se calme y mi alma encuentre refugio en Tus brazos.
Despiértame mañana, si es Tu voluntad, con un corazón agradecido y fuerzas renovadas para servirte. Amén.»
Siente la paz que comienza a inundar tu habitación, tu mente y tu corazón. Has entregado tu noche al Guardián que nunca duerme.
Guarda esta oración. Hazla el último y más importante acto de tu día. Y compártela con esa persona que sabes que necesita desesperadamente dormir en paz.
Y para sellar tu noche con la paz de Dios y entregar tu sueño en Sus manos, escribe con fe en los comentarios:
«AMÉN», ¿y si te dijera que este momento, justo antes de cerrar los ojos, es el más sagrado y poderoso de todo tu día?
Esta oración no es una simple rutina. Es tu acto de cierre, tu entrega total. Es la conversación final con tu Padre celestial, donde le entregas las cargas que ya no puedes soportar.
Hoy, no te vas a dormir con tus problemas. Se los vas a entregar a Él.
Así que ahora, donde quiera que estés, en tu cama, listo para descansar, te invito a hacer esto conmigo. Cierra los ojos. Respira hondo, y al exhalar, suelta el peso del día.
Prepárate para entrar en el santuario de la paz de Dios. Reza conmigo desde el corazón:
«Padre Celestial, aquí estoy, al final de este día, y vengo a Tu presencia.
Primero, quiero darte las gracias. Gracias por el aliento de vida, por el techo sobre mi cabeza y por el alimento en mi mesa.
Gracias por los aciertos y también por los errores que me enseñaron algo hoy.
Ahora, Padre, con toda mi confianza, te entrego todo lo que me pesa.
Deposito en Tus manos mis preocupaciones, mis miedos y mi ansiedad por el mañana.
Suelto el control. Te entrego las conversaciones difíciles, los problemas sin resolver y las heridas de mi corazón. Ya no son míos esta noche, son Tuyos.
Perdóname por mis faltas, por mis palabras duras y por mis omisiones. Y desde lo más profundo de mi ser, yo perdono a quienes me han herido hoy, para poder dormir con un corazón ligero y en paz.
Te pido que coloques un círculo de luz y de protección divina alrededor de mi cama, de mi habitación y de mi hogar.
Envía a Tus ángeles a velar mi sueño y a protegerme de toda pesadilla, de todo temor y de toda perturbación.
Y mientras mi cuerpo descansa, te pido que renueves mi espíritu, que sanes mis emociones y que Tu paz silencie mi mente.
Que mi sueño sea profundo, reparador y lleno de Tu presencia.
En Tus manos encomiendo mi noche. Amén.»
Respira profundamente esa paz. Siente cómo la seguridad de Dios te envuelve. No estás solo. Estás siendo cuidado y protegido.
Tu noche ya no es un espacio de ansiedad, sino un taller de renovación divina.
Guarda esta oración. Hazla el último y más importante acto de tu día. Y compártela con esa persona que sabes que necesita desesperadamente dormir en paz.
Para sellar tu noche con la protección y la serenidad de Dios, escribe con fe en los comentarios.
Que tengas un sueño bendecido y reparador.
Enviado por: Dulce María (México).
No te duermas sin antes hacer esta poderosa Oracion de la Noche.
