Estas palabras de la virgen María desde la cruz te llegarán al alma

Estas palabras de la virgen María desde la cruz te llegarán al alma.

Estas palabras de la virgen María te romperán el corazón… “No me dejes sola en la cruz”.

Ninguna madre debería ver perder a su hijo… pero María lo vivió con los ojos llenos de fe y el alma rota de amor.

Estas son las palabras de una madre que ve perder a su Hijo… La Virgen de los Dolores se quiebra al pie de la cruz.

Esta oración te estremecerá el alma.

Escucha, medita y comparte si tú también sientes el dolor de María como tuyo.

Dios de mi alma, hoy me acerco a Ti con el corazón temblando, con el alma llorando junto a la Virgen de los Dolores.

Quiero estar con Ella, junto a la cruz, en ese instante eterno donde una madre entrega a su Hijo al cielo… sin dejar de amarlo, sin dejar de sufrirlo.

María, tú que caminaste hasta el Gólgota con los pies llenos de espinas y el alma desgarrada, tú que lo viste caer, sangrar, y aún así no soltaste tu fe.

Hoy me inclino ante ti, Madre del Dolor, para ofrecerte mi propia cruz, mis propias lágrimas, mis propios miedos.

Quiero cargar contigo, aunque sea un poco, ese peso infinito que tú llevaste en silencio.

Madre Santísima, tus ojos se llenaron de llanto al ver los clavos atravesando sus manos.

Tus labios temblaban sin pronunciar reproches.

Tu alma gritaba, pero tu boca sólo repetía: “Hágase”.

Enséñame esa obediencia que nace del amor más puro, del amor que no exige nada, del amor que lo entrega todo.

Dios mío, yo también he caído muchas veces.

También he sentido la ausencia, el abandono, el dolor.

Pero al mirar a la Virgen junto a la cruz, entiendo que aún en la oscuridad más profunda, la esperanza no muere.

La fe no se rompe.

Porque el amor verdadero no necesita razones.

Solo necesita entrega.

Jesús, en tu cruz reconozco mi propia historia.

En tus heridas encuentro las marcas de mis caídas.

En tu silencio, el eco de mis preguntas.

Y en tu madre, el consuelo que siempre me faltó.

Hoy, quiero escuchar sus palabras, esas que no gritó, pero que tu corazón sí escuchó:

“Hijo mío, si pudiera, tomaría cada clavo por ti.

Si pudiera, detendría el tiempo antes de verte sufrir.

Pero si este es el camino, caminaré contigo hasta el último suspiro.

No me dejes sola, Hijo mío.

Permíteme abrazarte con mi alma cuando tu cuerpo ya no me responda.

Permíteme morir un poco contigo… para después, vivir eternamente a tu lado.”

Señor, hazme pequeño, para estar a los pies de tu cruz.

Hazme humilde, para aprender del silencio de María.

Hazme fuerte, no para evitar el sufrimiento, sino para amar incluso cuando todo duele.

Hoy, quiero abrazar mi propia cruz con dignidad.

Quiero amar más allá del dolor.

Quiero perdonar aunque me hayan herido.

Quiero ser como María: fuerte en la fe, firme en el amor, grande en la entrega.

Virgen de los Dolores, enséñame a mirar con fe cuando todo se derrumba.

A no soltar la mano de Dios cuando mi alma tiemble. A ofrecer cada lágrima como semilla de esperanza.

Que tu ejemplo me inspire, que tu silencio me guíe, que tu amor me sostenga.

Dios de bondad, no permitas que mi dolor me haga dudar de ti.

Ayúdame a confiar, como María confió.

A entregarlo todo, como Ella lo entregó.

Y cuando sienta que ya no puedo más, recuérdame que tú también lloraste… y aún así salvaste al mundo.

Madre mía, si tú pudiste, yo también podré.

Si tú callaste y confiaste, yo también confiaré. Si tú amaste hasta la cruz… yo amaré hasta el final.

Y cuando llegue mi última hora, no permitas que me sienta solo.

Estés tú a mi lado, como estuviste con Él.

Y que tus palabras, las más dulces, las más fuertes, las más verdaderas, me acompañen hasta el cielo:

“Hijo mío, no tengas miedo… estoy contigo… y jamás estarás solo.” Amén.

Enviado por: Dulce María. (México).

Estas palabras de la virgen María desde la cruz te llegarán al alma.